Las terapias biológicas son fármacos modificadores de la artritis que fueron diseñados a principios de la década pasada para prevenir o reducir la inflamación provocada por la Artritis Reumatoide (AR). Sus acciones o mecanismos de acción se centran en la modulación de células del propio sistema inmune y de las articulaciones o en el bloqueo de mediadores inflamatorios nocivos que provocan destrucción articular. Se distinguen varios tipos de terapias biológicas que se dividen dependiendo del tipo de molécula a neutralizar o bloquear.
Los más conocidos y utilizados son los agentes biológicos que neutralizan al factor de necrosis tumoral a (TNF a) como el adalimumab, etanercept, infliximab, certolizumab pegol, o el golimumab. En general, éstos están considerados como la primera línea dentro de las terapias biológicas. Existen otros agentes biológicos que son utilizados en la AR como segunda línea, con otros mecanismos de acción distintos al bloqueo del TNF a, que se reservan en caso de falta de respuesta o toxicidad a los anteriores como abatacept, tocilizumab, rituximab, anakinra o tofacitinib.
Más avanzados y caros
Las terapias biológicas son tratamientos más sofisticados y costosos que los tradicionales Fármacos Modificadores de Enfermedad (FAME) que se reservan, por tanto, a aquéllos pacientes con AR que no han respondido totalmente a los FAME o para aquellos cuya respuesta no alcanza los objetivos científicamente pre-establecidos.
A diferencia de los FAME, cuyo periodo de latencia excede en muchos casos las seis semanas, las terapias biológicas suelen ser efectivas en las primeras dos o tres semanas y suelen combinarse con metotrexato para mejorar sus, ya de por sí, buenos resultados. Salvo el Tofacitinib, todas las terapias biológicas se utilizan de forma inyectada, generalmente de forma subcutánea pero, también, de forma intravenosa.
Como norma general los agentes biológicos no deben utilizarse en pacientes con infecciones graves y es imprescindible descartar tuberculosis antes de iniciar anti-TNF a, ya que una de las posibles complicaciones es la reactivación de la tuberculosis. Los anti-TNF tampoco están recomendados para personas que tienen linfoma o que han sido tratados por linfoma en el pasado. En líneas generales hoy se puede decir que, en el corto plazo (<5 años), los agentes biológicos están considerados como una terapia segura.